Hasta en un día como hoy, se nos dice lo que debemos o no hacer. Cómo se hace la huelga feminista, qué es correcto y qué no. Porque si no, no eres feminista. Eres otra cosa. Nos pasamos la vida etiquetándonos y seguimos dejando que otros lo hagan.
Cuando etiquetamos y excluímos, le estamos faltando el respeto a otras mujeres. De otras razas, etnias, culturas, especies, mujeres trans… quiénes somos nosotras para decidir quién está dentro del movimiento feminista y quién no.
Cuando lo hacemos nos convertimos en opresoras. En privilegiadas que no vemos más allá de nuestros problemas de blancas, típicas, del primer mundo. De nuestras situaciones personales. De nuestro ombligo. Eso no es feminismo. Feminismo somos todas.
Hace poco aprendí la palabra interseccionalidad dentro del feminismo y me di cuenta que hasta dentro del movimiento existe una lucha entre nosotras mismas. Cuándo nos vamos a dar cuenta que esto va de todos los seres oprimidos y que las que tenemos voz, tendríamos que aprovecharla.
Además esto no es nuevo. También el sistema nos educó para vernos como rivales y así hacernos más débiles. Sin ir más allá me han dicho más veces «puta» mujeres que hombres. O me ha sorprendido más porque no nos respetamos ni entre nosotras.
Juntas somos más fuertes y eso no lo quieren. A algun@s incluso les da miedo.
También fui de esas mujeres que no tenía claro el concepto feminismo y probablemente solté alguna vez esa perlita de … «ni feminismos ni machismos, lo que quiero es igualdad» ( aquí pondría un super emoji de los que te das con la mano en la cabeza, OMG! )
Obvio no me había molestado ni en buscar el término, mínimo en Wikipedia. Y ya si vamos más allá, en la RAE. Me considero una mujer inteligente y con ganas siempre de aprender y evolucionar. De desaprender y re-evolucionar. Pero a veces el sistema nos tiene tan absortas que nos dejamos llevar. Entonces tomamos el rol de «la feminista ejemplar», la de pega, el modelo estipulado. Hasta para esto debemos cumplir unos requisitos.
La palabra sororidad es la clave para mí. Somos todas iguales, nos apoyamos, luchamos por una misma causa, el feminismo. Aunque no nos afecte de igual manera a todas. Porque si sometes y haces daño a otra mujer, me siento identificada con ella. Me duele a mí también, porque podría ser yo.
De eso va la empatía y el respeto absoluto, ambas importantes en el desarrollo emocional y de las que tanto hablo.
También la asertividad para poder comunicarnos entre nosotras y entendernos mejor. No pensamos igual, por supuesto. Pero lideramos la misma causa, aquello por lo que llevamos sometidas en mayor o menor medida desde hace siglos. Así que pongámonos de acuerdo.
Abre los ojos. Lucha por tí. Lucha por tu hermana. Lucha por tus antepasados. Lucha por la menos privilegiada. Di no. Rechaza los micromachismos. Reedúcate. Infórmate. Contrasta. No oprimas. No silencies. No restes importancia a las experiencias ajenas.
Si eres mujer, tu labor es el feminismo en todos tus actos. Y si eres hombre apoyar y visibilizar en ese mundo de hombres que sabes que existe.
Feminismo y Sororidad van de la mano. No entiendo una cosa sin la otra.
Feliz 8 de Marzo.
Y sí, digo feliz.
Porque, que cada vez seamos más en esta lucha tiene que ser motivo de felicidad.
Porque estamos despertando y necesitamos esa energía positiva para avanzar.
Porque cuando veo tantas mujeres juntas alzando la voz, me dan escalofríos y se me saltan lágrimas, de Felicidad.