Psicomotricidad fina en TEA. Problemas que surgen al iniciar la escolarización.
Una de las características que se da muy a menudo en los niñ@s con autismo es la baja puntuación en el área motora. Cuando son muy peques y comienzan el gateo, a manipular juguetes o a ser autónomos en el aseo, empezamos a ver las diferencias en comparación con desarrollo típico.
Las actividades que implican manipulación (y más si tienen que coordinar varios movimientos para realizar una acción, lo que implica planificar) se hacen más complejas. Incluso en ocasiones genera frustración y rechazo a enfrentarse a situaciones similares en el futuro.
- ¿Qué problemas surgen al iniciar la escuela?
El sistema educativo valora sus criterios en infantil de una forma un tanto estándar que no favorece a todos los niñ@s. Es una opinión personal que me he creado a base de coordinarme con colegios durante varios años y ver como se evalúan los conocimientos de nuestros peques a lo largo de esa etapa.
Es verdad que a su favor está que se tiene en cuenta la autonomía en el aula y la intervención con sus iguales. Pero mucho contenido se mide por elaboración de fichas de diferentes tipos o materiales y todos los niños no tienen la misma madurez motora para poder plasmar sus conocimientos como se espera.
Se pide que sepan coger de forma adecuada un lápiz y ni siquiera en desarrollo típico es el momento apropiado y es exigencia educativa. Tampoco la orientación espacial tiene buen desarrollo en ese momento para según qué tipo de tareas. Pero lo que prima para evaluar sus conocimientos es que sean capaces de finalizar las fichas en el momento justo. Un tanto arcaico.
Me he encontrado con algun@s maestr@s de infantil y primer ciclo de primaria que comentan que no están de acuerdo con la forma de evaluar contenidos en esas edades. Ell@s conocen muy bien el desarrollo de un infante en sus diferentes áreas a lo largo de esa etapa, pero les queda adaptarse a las leyes educativas de nuestro país, un tanto obsoletas para mi gusto. Aún así podemos conseguir que afrontar estas actividades sea más agradable en muchos casos.
- ¿Qué podemos hacer en el aula?
Empezar por respetar los tiempos de cada alumno. Cuando presionamos y no es conductual sino falta de habilidad, conseguimos frustrar. Los mayores tenemos un poder de influencia que desconocemos y esas experiencias son grabadas a fuego. De forma que cada vez rechazarán más ese tipo de actividades. En cambio, con una buena estimulación, constancia y refuerzos conseguiremos niños capaces y seguros de realizar lo que se le pide. Si hacemos ejercicio de memoria recordaremos situaciones que a nosotros mismos nos han marcado, tanto positivas como negativas.
Muchas familias se agobian porque desde el cole se les dice que su hij@ no cubrirá los objetivos del trimestre: que no agarra bien el lápiz, se despista, no termina la actividad a tiempo etc.
Luego esos padres y madres ante su preocupación y de manera inconsciente se lo hacen llegar a los niñ@s. Creamos un bucle sin sentido y los profesionales tenemos por labor motivar e incentivar, no lo contrario (o así estaría genial que fuese). Es importante la empatía con la familia. A veces olvidamos la asertividad profesional. Hay que ser sinceros con los pacientes pero sin olvidar que cuando llegan a casa el problema sigue ahí. En cambio para nosotros se acaba y viene el siguiente caso. Así que un poquito de paciencia y cariño junto con decir las cosas claras nunca vienen mal.
- ¿Y en casa podemos reforzar la psicomotricidad fina?
Por supuesto, pero siempre recomiendo que sea de forma lúdica. Vamos a dejar el “trabajar” para la escuela o los centros a los que después del horario escolar acuden para desarrollar y reforzar tales habilidades dentro de las limitaciones aparentes.
Podemos hacer partícipe a nuestro peque en las labores del hogar por ejemplo. Hacerle ver que es capaz y reforzarlo. No justificar y aumentar su miedo evitando que realice ciertas tareas: que ayude a poner la mesa, lleve la ropa al cesto, tenga pequeñas responsabilidades que le hagan sentirse importante.
También podemos proponer juegos sencillos de manipulación con alimentos, o plastilina, pinturas de dedo, arcilla etc.
En realidad no estoy contando nada nuevo. Pero en esta sociedad, con nuestras rutinas y la falta de tiempo, a veces olvidamos volver a ser niños y dejar que nuestra imaginación sea la que proponga los juegos. Es más fácil que acudir a un manual o un especialista. Y desde luego, ¡mucho más divertido!
Excelente artículo pero creo que mientras el niño haga empatía con su terapeuta el se divertirá. Mi hijo adora sus sesiones de terapia sensorial.
Muchas gracias Alejandra. Es cierto que cuando se crea el vínculo entre el terapeuta y el/la niñ@ es maravilloso y el trabajo es más entretenido para ambos, además imprescindible asistir a las terapias cuando los peques lo necesitan. Cuando hablo de no consultar a un manual o especialista y volver a ser niños me refiero al juego en casa. Dejarse llevar saca nuestro lado más infantil y observarlos a ellos jugar es muy interesante.